El alejamiento del Ucayali de las orillas del reloj público y el malecón Grau ya ocurrió antes pero ahora, ante la inminencia de la rotura de un dique natural en Paraguashá, la situación se complica y el alejamiento podría ser definitivo. Pucallpa se quedaría en tierra. El tema parece no interesar a organismo como la ANA y la ARA que parecen si no aletargados, organismos sin respuestas. Se avizora peligros para la economía de Pucallpa y para miles de personas que viven en las fajas marginales, pero pareciera que nadie tuviera la voluntad de reaccionar. Apenas algunas solitarias voces, como la de la CCITU se atreven a reclamar soluciones. Hay que recordar que el río no espera. Un día hizo desaparecer al barrio La Hoyada y otro al barrio Iquitos. Esas experiencias deberían ser suficientes para estar en alerta.
POCOS RECUERDAN QUE UN DÍA HIZO DESAPARECER AL BARIO LA HOYADA Y OTRO AL BARRIO IQUITOS
Alejamiento del Ucayali causa problemas al transporte y la actividad comercial
Quienes acuden, por necesidad o distracción, al Reloj Público y al llamado malecón Grau, encuentran un paisaje que podría ser deprimente o interesante, según el estado de ánimo. También hay quienes miran con indiferencia lo que está ocurriendo. No les interesa.
Allí donde antes se veía un mar de agua, ahora hay un mar de arena y lodo. Allí donde antes se veía botes navegando, ahora se ven algunos botes, atrapados en un charco o descansando sobre la arena en espera de que el Ucayali vuelva a refrescar sus maderos. Simplemente no pudieron evitar la vaciante y se quedaron varados.
“Los dueños de esos botes varados, los dejaron sin imaginarse que el río se iba a retirar con rapidez. Ahora tienen que cuidarlos porque sus maderas pueden desaparecer”, dijo Manuel Ahuanari, cargador de bultos que se opuso a que le tomen una fotografía.
Manuel contó que, durante su vida esta es la segunda vez que ve retirarse el río, cada vez más lejos de Pucallpa. “Pero esta vez, si rompe en Paraguashá, el río se irá para siempre”, vaticinó mientras corría a la orilla en busca de carga para fatigar sus hombros, probar su resistencia.
Manuel ya no es joven. Su rostro curtido y quemado por el sol, sus brazos aun musculosos revelan a un trajinado estibador. Pero ahora tiene que caminar más para encontrar carga en los botes de pasajeros que todavía pueden llegar frente al reloj público.
Los largos botes rápidos que partían a Iquitos o Atalaya, han dejado sus lugares frente al malecón Grau para desplazarse hacia zonas donde el río es todavía profundo.
Los vendedores ambulantes o informales también han abandonado el malecón Grau, en busca de las zonas que ahora fungen de precario puerto. También se ven obligados a caminar entre lodo y arena para llegar hasta donde acoderan los botes con pasajeros.
Los ruidos de los motores se han alejado del malecón frente al reloj público. Las grandes naves, también.
“No es todavía un desastre, aunque ahora pagamos un poco más a los que cargan nuestros productos porque lo hacen en un trecho más largo”, dijo Jorge, un comerciante que vende productos en el jirón 9 de diciembre y que se abastece con lo que traen los productores de los caseríos de los ríos.
Refirió que, hasta la fecha, no han visto ninguna autoridad acercándose a ver lo que está ocurriendo y vaticinó que, si el río sigue alejándose, muchos productos, como por ejemplo el plátano y otras frutas, se elevarán de precio. Refirió que, años anteriores, en estas fechas tenían sus almacenes repletos de pescado seco salado. Hoy no tienen los mismos volúmenes. Algo malo para el negocio.
RIO MEÁNDRICO
Es difícil, por no decir imposible, detener la variación del curso del río Ucayali. Tratándose de un río meándrico que se desplaza como una larga serpiente en la llanura amazónica, hasta confluir con el Marañón para formar el río Amazonas.
No se sabe si con este tipo de vaciante tan pronunciada, la Hidrovía hubiera tenido éxito y mantenido el caudal del río con sus actividades de dragado. Pero sigue siendo una alternativa.
Según los especialistas, los ríos meándricos están formados por una sucesión de curvas cuyo Índice de Sinuosidad es superior a 1,5 (valor referencial). Un río aluvial es tortuoso en la medida en la que tiene muchas curvas y tiene meandros en la medida en la que estas curvas (es decir, las tortuosidades) se desplazan en un comportamiento que puede ser predecible o no.
Hasta el afamado científico Albert Einstein se interesó por los enigmas de los ríos meándricos. Su interés por la hidráulica fluvial, en 1926, lo llevo a publicar un breve artículo titulado “Die Ursache der Mäanderbildung der Flußläufe und des sogenannten Baerschen Gesetzes”, que puede ser traducido como “Las causas de la formación de meandros en los cursos de agua y la ley de Baer”. Este artículo ayuda considerablemente a entender, de un modo muy simple, la participación del flujo helicoidal en la formación de los meandros, en la determinación de su longitud y en su propagación hacia aguas abajo.
BARRIOS EN EL RECUERDO
Pocos recuerdan que, hasta la década del 80, al inicio del jirón Vargas Guerra, a orillas del río Ucayali, había una población de moradores que edificaron sus viviendas en una franja de tierra que llegaba hasta orillas del Manantay, debido a que el río se había alejado varios metros de su cauce anterior. Ese asentamiento fue conocido como el Barrio Iquitos.
Este barrio, donde nacieron muchos pucallpinos, hoy cuarentones, en época de creciente del río se llenaba de agua y los pobladores tenían que ingresar a sus viviendas en canoas. Alguien la llamó, entonces, la “Venecia Pucallpina” y se decía que era similar al barrio Belén de Iquitos.
Hasta que un día, cuando la fuerza del Ucayali rompió una sacarita, río arriba, en la zona de Baguanisho, el barrio desapareció bajo las aguas. Sus moradores, sin embargo, advertidos de que esto iba a suceder, ya se habían reubicado en otros lugares.
El río no solo destruyó el barrio Iquitos, sino también arrasó con lo que fue el caserío San Isidro y una parte del caserío Pucalpillo. De paso se llevó el puente colgante sobre el río Manantay que servía para llegar al desaparecido San Isidro y a Pucalpillo.
Pero ahora otra vez está dejando una franja de tierra que algunos “invasores” o traficantes de tierras miran con avidez.
Pocos también recuerdan que el centro comercial de Pucallpa, donde movían millones de soles diariamente, era el afamado Barrio La Hoyada, donde se construyó un muelle fluvial flotante que se convirtió en un orgullo. Teníamos puerto. Un día la fuerza del río, se llevó una gran franja de tierra e hizo desaparecer el bullicioso centro comercial. Otro día, el río se alejó y dejó el muelle flotante en tierra. Hoy es la Base Naval.
Al frente de lo que fue el eje comercial en la Hoyada, había una pequeña isla, visible en época de vaciante. Esa isla ha crecido y se ha adherido a Pucallpa, convirtiéndose en la comunidad nativa Santa Martha.
Las tierras que van hacia el Mangual y que nadie quería habitar, así como lo que antes fue el lago Pacacocha, paulatinamente han sido ocupadas por miles de personas. Todas ellas están en riesgo si al Ucayali, cualquier día o noche, cuando vuelva la temporada de lluvias, rompe en Paraguashá. Entonces volverá a su cauce antiguo de La Hoyada y se alejará del reloj público.
¿Qué hacen las autoridades para evitarlo?
Por ahora, sólo la Cámara de Comercio ha pedido medidas urgentes. La ANA y la ARA guardan clamoroso silencio o prefieren mirar a un costado. De investigaciones de la UNU o la UNIA, no se puede esperar mucho, casi nada.
Entre tanto, el río meándrico está allí, rumiando una desagradable sorpresa, mientras se va y se va.




