En la mañana del miércoles 5 de junio, el tranquilo vecindario ubicado en inmediaciones del kilómetro 5, frente al Cementerio General de Pucallpa, se vio envuelto en un caos inesperado. Un incendio arrasó con cuatro viviendas, dejando a las familias afectadas con poco más que sus vidas.
El fuego, que se extendió rápidamente debido a los materiales inflamables presentes en las casas, amenazaba con consumir todo a su paso. Los moradores, aterrados, buscaron refugio y llamaron desesperadamente a los bomberos, quienes llegaron al lugar en cuestión de minutos. Su entrenamiento y valor se pusieron a prueba una vez más mientras luchaban contra las llamas que devoraban las viviendas.
Entre los muchos desafíos que enfrentaron ese día, los bomberos encontraron una señal de vida bajo los escombros. En medio del caos, uno de los miembros del equipo de rescate, mientras removía cuidadosamente los restos carbonizados, notó un movimiento inusual. Sin perder tiempo, alertó a sus compañeros y juntos procedieron a investigar. Lo que encontraron fue algo que dejó una marca imborrable en sus corazones: un perro asustado y tembloroso, atrapado bajo los restos de lo que una vez fue su hogar.
Drako, como se llama el perro, se encontraba milagrosamente ileso. Sin una quemadura, sin un rasguño, sólo asustado y confuso. Los bomberos, conmovidos por el hallazgo, lo sacaron con mucho cuidado y lo pusieron a salvo. Expectante, un jovencito, miembro de una de las familias afectadas, de la cual Drako forma parte, no pudo contener las lágrimas de alivio al ver a su mascota en los brazos de los rescatistas. El reencuentro fue emotivo; entre lágrimas y abrazos, agradecieron profundamente a los bomberos por salvar no solo sus pertenencias, sino también a un miembro invaluable de su familia.
