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La tranquila ciudad de Ozersk, en la región de Chelyabinsk, Rusia, se vio sacudida por una tragedia que dejó consternada a toda la comunidad.
Sergey Grigoriyev, un cazador de 41 años conocido por su pasión por la vida silvestre, ha perdido la vida de una manera impactante: devorado por el oso pardo que crió desde que era un pequeño cachorro.
Su historia con el oso
La historia de Grigoriyev y el oso, al que nombró Vorchun (que significa «gruñón» en ruso), comenzó en el año 2014. Mientras exploraba los bosques de Ozersk, se encontró con dos crías de oso pardo abandonadas. Contra todo consejo y advertencia, decidió adoptar a una de ellas, llevándola a su hogar y convirtiéndola en parte de su familia.
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El vínculo entre Grigoriyev y Vorchun parecía ser fuerte y afectuoso. El cazador alimentaba al oso directamente de su mano, lo sacaba a pasear junto con sus perros y hasta compartían la misma vivienda, donde Vorchun dormía en una jaula especialmente adaptada para él. Sin embargo, este idilio escondía un lado oscuro.
A lo largo de los años, el oso mostró signos de agresividad, llegando incluso a herir gravemente a Grigoriyev en más de una ocasión.
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A pesar de estos incidentes, el cazador se negaba a abandonar a su fiel compañero, cegado por el amor y la lealtad que sentía hacia él.
Hallazgo en la casa del cazador
La tragedia llegó en diciembre de 2018, cuando los vecinos de Grigoriyev notaron su ausencia durante varios días y alertaron a sus familiares. Al ingresar a la casa del cazador, se encontraron con un escenario dantesco: manchas de sangre cubrían el suelo, y los restos esqueléticos de Grigoriyev yacían en el interior, junto con los cadáveres de sus tres perros, que habían intentado proteger a la familia del feroz ataque del oso.
Las autoridades, al llegar al lugar, se vieron obligadas a sacrificar al oso pardo debido a su comportamiento agresivo y la amenaza que representaba para la comunidad. Según la legislación rusa, cualquier oso que ataque a un humano debe ser eliminado, sin importar las circunstancias.
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