En el Día de las Lenguas Originarias, conoce la historia de Juan Escobar, quien gracias al Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo, estudió una carrera profesional y regresó a su comunidad para apoyar y fortalecerla a través de la enseñanza del asháninka.
En la Aldea del Niño Beato Junípero Serra, situada en el distrito de Mazamari, un joven regresó a sus raíces para sembrar conocimiento y preservar una identidad milenaria. Hace poco más de diez años, Juan Escobar Mincami, profesor de 27 años, terminó su secundaria en este albergue. Hoy, con orgullo, viste su cushma y adorna su rostro con pintura de semillas de achiote, enseñando en las mismas aulas donde estudió.
Educación y Raíces Culturales: Un Camino de Transformación
Desde los seis años, Juan y su hermana mayor fueron acogidos por la Aldea del Niño Beato Junípero Serra, donde recibieron educación de calidad, alojamiento, alimentación y servicios de salud. Fue aquí donde Juan encontró no solo una educación intercultural, sino también un hogar que le permitió mantener vivas sus tradiciones y lenguas maternas.
Juan ganó una Beca 18 del Pronabec para estudiar Ingeniería Ambiental en Lima. Luego de completar su carrera con éxito, se especializó en Gestión Territorial, con el objetivo de abordar problemas que afectan a su comunidad, como la contaminación y la deforestación. Sin embargo, su verdadera pasión era enseñar y fortalecer la identidad indígena.
Un Compromiso con la Educación y la Identidad Cultural
Cuando la oportunidad de enseñar la lengua asháninka en el mismo lugar donde él había sido educado se presentó, Juan no dudó en aceptar el desafío. Para él, transmitir su lengua y cultura a las futuras generaciones es una forma de fortalecer la identidad indígena y promover el bien común.
Fue esta experiencia lo que lo motivó a estudiar Educación como segunda carrera, con una especialización en Lengua y Literatura. Como maestro, Juan se esfuerza por enseñar a sus alumnos a fortalecer su identidad como parte de un pueblo originario, promoviendo la importancia de visibilizarse, conocer sus derechos y amar su lengua y cultura.
Un Legado de Compromiso y Compartir
Para Juan, ser asháninka va más allá de usar vestimenta tradicional; es pensar en el bien común y compartir con los demás. Su historia es un testimonio del poder transformador de la educación y el compromiso con la preservación de la identidad cultural.
En un mundo cada vez más globalizado, figuras como Juan Escobar nos recuerdan la importancia de honrar y preservar nuestras raíces culturales, y cómo la educación puede ser una herramienta poderosa para lograrlo.