La ciudad de Bogotá enfrenta una aguda crisis hídrica que ha llevado a medidas extremas de racionamiento de agua, con el nivel de almacenamiento del vital Sistema Chingaza cayendo a mínimos históricos. La combinación de un fuerte fenómeno de El Niño, la temporada seca y el impacto del cambio climático ha transformado el clima típicamente fresco y lluvioso de Bogotá en uno más cálido y seco. Esta situación ha sido descrita por expertos como una emergencia, con el alcalde Carlos Fernando Galán anunciando restricciones de agua cuando el almacenamiento cayó al 17% a principios de abril, y ahora se sitúa en un crítico 15,28%.
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Natasha Avendaño, gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, ha expresado la gravedad de la situación, señalando que el desabastecimiento del Sistema Chingaza ha sido mucho más rápido de lo previsto. La falta de lluvias y las altas temperaturas causadas por El Niño han exacerbado la evaporación del agua, contribuyendo al agotamiento acelerado de los embalses. Los expertos, como Benjamin Quesada de la Universidad del Rosario, advirtieron sobre esta posibilidad desde el año pasado, pero lamentan la falta de medidas preventivas por parte de las autoridades locales.
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La comunidad científica destaca que, en estas circunstancias, la única solución a largo plazo será el retorno de las lluvias. Mientras tanto, los bogotanos enfrentan restricciones severas en el uso del agua, con la esperanza de que la naturaleza brinde alivio a esta crisis. La gestión y la concienciación sobre el uso responsable del recurso se vuelven fundamentales en un contexto donde la sequía y la escasez hídrica se vuelven cada vez más apremiantes.




