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“Lo dejó escrito en la sangre”: la lucha incansable de una hija logró resolver el asesinato de su madre después de 46 años

El 31 de julio de 1970, la tranquila comunidad de Price, Utah, fue sacudida por un crimen atroz que dejó una marca imborrable en la vida de una familia. Loretta Jones, una madre soltera de 23 años, fue brutalmente asesinada en su propia casa.

La tragedia fue descubierta por su hija de 4 años, Heidi Jones, quien al despertarse encontró el cuerpo sin vida de su madre en un charco de sangre. La pequeña, aterrada, corrió a buscar ayuda en la casa de sus vecinos, quienes llamaron a la policía. Tras el crimen, Heidi quedó bajo el cuidado de su abuela materna.

Esa noche, un hombre desconocido había entrado en la casa de Loretta, la violó y le cortó la garganta antes de huir. No había señales de entrada forzada, lo que llevó a las autoridades a creer que Loretta conocía a su agresor.

La única pista era un intento de secuestro ocurrido horas antes en una casa cercana. Lori Kulow, de 10 años, fue abordada por un hombre mientras jugaba en su jardín, pero logró escapar después de gritar, asustando a su atacante.

Un mes después, la policía detuvo a Tom Egley, quien había mantenido una relación esporádica con la víctima. Lori lo identificó como su agresor en una rueda de reconocimiento. Sin embargo, al no haber pruebas físicas que lo relacionaran directamente con el asesinato de Loretta, Egley fue liberado tras pasar solo 90 días en prisión por el intento de secuestro de Lori. Con el tiempo, el caso de Loretta se enfrió.

Años después, Heidi decidió tomar acciones para resolver el asesinato de su madre. En 1989, comenzó a enviar cartas a diversas agencias policiales, incluyendo el FBI, sin obtener respuestas. No fue hasta 2009 que Heidi publicó una frase en su perfil de Facebook y recibió una respuesta de David Brewer, un amigo de la infancia que ahora era detective en la oficina del Sheriff. Al conocer la situación, Brewer decidió ayudarla a reabrir el caso.

Al revisar los archivos, Brewer descubrió que todos los documentos originales del caso habían desaparecido, por lo que tuvo que interrogar nuevamente a los testigos y oficiales involucrados en su momento. Heidi recordó que su abuela había escrito un diario relacionado con la investigación. Al leer el diario, Heidi recordó detalles importantes, incluyendo que su madre conocía a su asesino.

Entre los recuerdos que surgieron estaba una vieja fotografía que Heidi había guardado. En la imagen, tomada días después del asesinato, se veía a Heidi delante de una mancha de sangre en la escena del crimen. Al analizar la foto, descubrieron algo sorprendente: en el charco de sangre, Loretta había escrito las letras “T” y “O”, señalando que su asesino era Tom Egley.

Con esta nueva pista, Brewer decidió exhumar el cuerpo de Loretta en busca de ADN del asesino. Desafortunadamente, el estado del cuerpo tras más de cuatro décadas enterrado no permitió obtener ninguna muestra viable. Sin embargo, filtraron a la prensa que se habían encontrado pruebas de ADN, lo cual generó una reacción inesperada.

Una vecina de Egley, alertada por las noticias, contactó a la policía y ofreció su ayuda para obtener una confesión. Con un micrófono oculto, la mujer logró que Egley confesara el asesinato de Loretta. Afirmó que habían tenido relaciones sexuales consensuadas, se habían peleado y, en un arranque de ira, la mató.

Tom Egley fue arrestado en agosto de 2016, 46 años después del asesinato. Durante el juicio, Egley, con 86 años, se declaró culpable de homicidio criminal a cambio de que se retirara el cargo de violación. Fue condenado a cadena perpetua, con posibilidad de libertad condicional en 10 años. Su primera vista para la condicional será en 2027, cuando tenga 96 años, y aún no es seguro que se la concedan.

“Siempre supe que era Tom. Cuando vinieron los investigadores, cuando yo tenía 4 años, les dije: ‘Tom lo hizo’. Una y otra vez. El ojo de la cerradura de mi dormitorio daba a la sala del frente donde tuvo lugar el asesinato. Lo que sí recuerdo vívidamente es mirar por el ojo de la cerradura y ver algo tirado en el suelo. Mi mente, mi cerebro, ha decidido no recordarlo; si lo vi violando a mi madre o apuñalándola, no lo sé”, aseguró Heidi a A&E True Crime

Este caso, resuelto gracias a la tenacidad de Heidi y la colaboración inesperada de David Brewer, cerró un capítulo doloroso en la vida de Heidi. Aunque nunca recuperará a su madre, al menos ha logrado encontrar algo de paz al ver que su asesino fue finalmente llevado ante la justicia.

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