En la mañana de ayer, un buen número de pobladores kakataibo llegó hasta el frontis del gobierno regional de Ucayali, para reclamar porque la indefinición de las autoridades en la titulación de sus tierras, está facilitando la agresiva ocupación de tierras comunales por los sembradores de coca, los cocaleros. Dos casos evidencian una situación que puede desbordarse.
SINCHI ROCA
“Están ingresando más invasores, deforestando nuestros bosques… hemos sido muchas veces amenazados… No puedo abandonar a mis hermanos, tengo que estar con mi pueblo”, comentó Hilmer Pérez Agreda, exapu de Sinchi Roca, mientras acompaña a sus “hermanos” a protestar frente al Gobierno Regional de Ucayali para exigir la actualización de su titulación.
En un mecanismo para defenderse, los comuneros de Sinchi Roca (kakataibo) y Flor de Ucayali (shipibo) crearon y formaron la Guardia Indígena, integrada por los propios comuneros. Esta guardia viene realizando labores de vigilancia por el territorio comunal. Pero solo llevan flechas y palos para defenderse de cualquier ataque.
VER TAMBIÉN:La Hoyada vive al borde del colapso sanitario y ambiental
“Ellos (los cocaleros) están preparados, no son gente como nosotros… tienen sus armas, y nosotros solo flechas”, comentó Alex Pérez Mendoza, quien, desde su nacimiento es parte de la comunidad Sinchi Roca, ubicada en el distrito de Irazola, provincia de Padre Abad.
En Sinchi Roca la guardia indígena se instaló hace tres años. “Ellos tienen armas, pero la utilizan para cazar”, explicó Pepe Meléndez, miembro de la guardia indígena.
Pepe con 60 años encima aseguró no sentir miedo. Durante la protesta exigiendo ser inscritos en la Superintendencia Nacional de los Registros Públicos arengó a sus compañeros. Uniformado como un militar, sostiene su flecha mientras dice: “Nosotros mismos nos damos valor, ponemos nuestro esfuerzo para defender nuestros derechos, sabemos nuestro reglamento y lo hacemos respetar”.
Pepe no se permite sentir miedo. Están en lucha frontal contra colonos que, cada día, siembran coca en terrenos de la comunidad porque ni el gobierno regional ni registros públicos han culminado el proceso de inscripción de sus títulos. Pepe dice que, en cualquier momento puede producirse un hecho sangriento.
FLOR DE UCAYALI
Acorralados, midiendo cada paso que dan, así se sienten las comunidades nativas de la segunda región más grande del Perú, Ucayali. Una de ellas Flor de Ucayali, ubicada en el río Utuquinía, distrito de Callería, provincia de Coronel Portillo, muy cerca de Pucallpa, la capital del departamento de Ucayali.
“Vivíamos bien, todo era tranquilo, no había invasores, teníamos nuestras chacras… ellos llegaron desde la costa, la sierra, son cocaleros. Como los han erradicado en esas zonas, ahora vienen acá a invadir”, comentó Mateo Guimaraes, fundador de la comunidad nativa Flor de Ucayali que hasta el momento ha perdido más de 3 mil hectáreas de su territorio por el narcotráfico y la tala ilegal.
Mateo que usa botas y sostiene un machete con la mano derecha, en su comunidad Flor de Ucayali, se moviliza hacia la piscigranja que se ha convertido en una de sus principales actividades económicas. Ya no pueden cultivar la chacra como antes. Solo pueden ingresar hasta unos 6 kilómetros a la redonda de su territorio. Más allá están los cocaleros y los laboratorios clandestinos de producción de drogas, protegidos por hombres armados.
Mateo recordó que en el 2021 unos 12 hombres encapuchados, emergieron del bosque con armas en la mano y, por instantes se apoderaron de Flor de Ucayali. Buscaban al Apu, su sobrino Saúl Martínez Guimaraes, presumiblemente para liquidarlo.
En Flor de Ucayali siguen viviendo alertas, ante un posible ataque de los cocaleros. También tienen su guardia indígena, pero en un enfrentamiento no podrían soportar la capacidad de fuego de los narcotraficantes. Sin embargo, tampoco descartan un futuro enfrentamiento porque no pueden seguir viviendo bajo el temor.
TECNOLOGIA COMUNAL
Algunas herramientas tecnológicas han llegado a las comunidades para apoyarlos en su lucha contra la deforestación. En el caso de Flor de Ucayali, sus “aliados”, como llaman a organizaciones internacionales de cooperación, han puesto a su servicio, equipos tecnológicos de vigilancia como drones, aplicaciones, cámaras y demás equipos tecnológicos.
“Son equipos de análisis de información satelital, drones que nos ayudan a combatir la primera fase todo lo que se relaciona a deforestación de los bosques. El sistema de alerta temprana ayuda a llegar a la zona con un sistema de patrullaje integrado con la comunidad”, explicó Jorge Pérez, presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana.
Pérez agregó que todo el trabajo va de la mano con las entidades del Estado, son estas quienes se encargan de conducir el proceso. La experiencia de aplicar estas tecnologías es traída desde centro américa, y adaptada en el Perú,
Entre los beneficios más grandes que brindan estos equipos, están las evidencias que recolectan. El material fílmico, las imágenes que captan ha servido para conducir los procesos judiciales que mantienen las comunidades en la lucha por sus territorios.
DEFORESTACIÓN
Las cuatro comunidades que, de acuerdo con un informe de Global Forest Watch , registran mayor pérdida de cobertura boscosa pertenecen a la provincia de Padre Abad, entre ellas está Sinchi Roca.
Flor de Ucayali, en el distrito de Callería, provincia de Coronel Portillo, no figura al menos entre las cinco jurisdicciones más deforestadas de Ucayali, pero sus pobladores viven en alerta y tensos ante el ingreso creciente de los cultivadores de coca.
Según la Gerencia Forestal de Flora y Fauna Silvestre (Gerffs), Ucayali registró una deforestación de 12 345 hectáreas entre el 1 de enero y el 13 de agosto del 2021. Las cifras revelan que la tala ilegal con fines de narcotráfico ha recrudecido ya que, de acuerdo con la Gerffs, durante el mismo periodo del 2020 la depredación forestal en Ucayali llegó, aproximadamente, a 9 000 hectáreas.
El estudio para el periodo enero-agosto 2021 da cuenta, además, que el distrito de Raymondi, ubicado en la provincia de Atalaya, tiene la mayor pérdida de superficie boscosa: 2 402 hectáreas. Le sigue el distrito de Masisea, en la provincia de Coronel Portillo, cuya depredación forestal alcanzó las 1 716 hectáreas.
Tahuanía, en la provincia de Atalaya, registraba 1 666 hectáreas de bosques devastados. Nueva Requena y Callería, jurisdicción donde está situado Nuevo Saposoa, llegan a 1 144 y 1 106 hectáreas de desbosque, respectivamente.
AUTODEFENSA
“Siempre estoy atento a lo que pueda ocurrir… cuando estoy en la chacra cultivando, cuando me voy a pescar, cuando estoy acá – apunta su casa – en la noche…, al salir a la media noche, al estar sentado, siempre estoy esperando cualquier bulla”, cuenta su experiencia Mateo Guimaraes, en su comunidad Flor de Ucayali, donde todos están alerta.
Debido a eso, durante tres meses los comuneros de Flor de Ucayali se declararon en emergencia, dejaron de cosechar, dejaron de salir a la ciudad (Pucallpa), dejaron de pescar, se aislaron. «Solo hasta ahí podemos llegar, sino nos pueden balear», dijo como si ya fuese una situación normal.
Mateo Guimaraes, desciende de una estirpe de líderes. Sus hijos, también ocupan cargos dentro de su comunidad, sus sobrinos, primos, tíos, representan a organizaciones indígenas. A todos no solo los enlaza la genética, el lazo más fuerte que tienen es la lucha por sus territorios.
“Si es nuestra hora, nos matarán”, comentó mientras llega a su mente el recuerdo del líder indígena Santiago Contoricón, asesinado en abril de este año en su comunidad de Puerto Ocopa, distrito de Río Tambo, provincia de Satipo. Mateo sabe que ese tipo de asesinatos puede repetirse en cualquier punto de la amazonía peruana, porque nadie protege ni da garantías a los pobladores indígenas.
PERDIDAS IRREPARABLES
De acuerdo al portal de Mongabay, en los últimos 20 años, las comunidades nativas de Ucayali han perdido 100 085.15 hectáreas de bosques. Los años en que esta depredación se agudizó fueron 2019 (8 216 hectáreas) y 2020 (9 701 hectáreas).
De acuerdo al Ministerio del Ambiente, las regiones donde se ha identificado un mayor incremento de deforestación han sido Ucayali, con un aumento del 23 %; Loreto, con 17 % y Madre de Dios, con un incremento del 11 % respecto al 2020 con el 2019.
Las áreas más afectadas por la deforestación en Ucayali están, además, sobre concesiones con fines forestales, de conservación, ecoturismo y bosque local. Aquí han sido identificadas 4 009 hectáreas de depredación, o sea el 32.48 %.
La segunda categoría territorial con mayor perjuicio corresponde a las comunidades nativas. El desbosque en los pueblos indígenas ucayalinos suma 2710 hectáreas, es decir, el 21.95 %.
En Sinchi Roca 1 y 2 hubo una pérdida de 300 hectáreas de bosques. Santa Rosa reportó 141 hectáreas y Mariscal Cáceres tuvo 50 hectáreas de devastación forestal. Las tres comunidades son del pueblo kakataibo y están en la provincia de Padre Abad.
¿Hasta cuándo podrán resistir la invasión cocalera, sin que se produzca un conflicto sangriento?
Las autoridades guardan silencio sepulcral sobre este tema que, sin duda, es un conflicto a punto de estallar.
TATIANA ZACARIAS