La minería ilegal en la Amazonía continúa expandiéndose a pesar de los esfuerzos para erradicarla. La actividad, centrada en la cuenca del Nanay, ha logrado adaptarse y evadir los controles mediante nuevas tácticas. A pesar de la destrucción de cinco dragas por parte de la Marina de Guerra y la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental, ahora operan al menos 40 dragas en la región.

El reciente desabastecimiento de combustible en Iquitos no ha afectado significativamente la actividad minera. Los operadores ilegales han recurrido a embarcaciones como Aguajito, Tito, Pacífico y Papá Fidel para ingresar materiales y combustible, muchas veces con la complicidad de personal policial corrupto. Además, las dragas han mejorado en diseño, utilizando materiales como fierro para camuflarse mejor y evitar ser detectadas.

El aumento en el ingreso de combustible ha cambiado, con una nueva ruta a través de una trocha en Ponal, donde furgonetas esperan para recibir la carga. Esta situación resalta la necesidad urgente de una acción más efectiva por parte de las autoridades, como FEMA, la policía ecológica de Yarana, y la Marina de Guerra.

Si la minería ilegal no se controla, Iquitos y sus alrededores podrían enfrentar graves consecuencias, como la escasez de agua en los principales ríos, con impactos devastadores para la región. Es crucial que las autoridades mantengan sus esfuerzos para combatir esta amenaza ambiental.

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