El recuento final de las elecciones de Perú, en las que estaban en disputa dos modelos antagónicos, avanza y por primera vez el candidato de izquierda Pedro Casillo superó a la candidata de derecha Keiko Fujimori, en una elección todavía muy disputada.
Con apenas más de 94,266% de las actas procesadas, la candidata de Fuerza Popular alcanza 49,898%, mientras que el postulante de Perú Libre, 50,102%. La paridad y el suspenso marcaron la definición del ballottage presidencial tras una campaña que polarizó las preferencias.
El maestro de escuela rural tomó la delantera, pero continuaba la lucha codo a codo con la hija del expresidente Alberto Fujimori, según los cómputos de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).

Es la primera vez desde que comenzó el escrutinio de la votación del domingo que el postulante izquierdista supera a su adversaria, pero la tendencia puede variar, según los expertos.
Faltan que lleguen las actas del extranjero y de lugares rurales más alejados, por eso el resultado todavía es incierto.
El maestro de escuela rural y la hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori habían llegado empatados en los sondeos. Con proyectos contrapuestos, el también sindicalista rural y la líder de la poderosa dinastía política concluyeron un esfuerzo de dos meses en una campaña caracterizada por la exacerbación de los miedos.
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Castillo pasó la jornada de ayer en la norteña Cajamarca, su región natal y donde hizo su carrera primero como maestro, luego como sindicalista y finalmente como político. Tras disfrutar de la mañana en su casa del caserío de Chugur, acudió a votar al cercano pueblo de Tacabamba seguido en las calles por centenares de vecinos, y anunció que no esperaría los resultados en Lima, sino en Cajamarca.
Fujimori por su parte ejerció su voto en el distrito de Santiago de Surco y luego de hacerlo pidió a la población que acuda a votar, en medio de la pandemia de coronavirus que golpea duro al país.
La hija del exmandatario se presentó a la presidencia con la promesa de mantener el modelo de libre mercado instaurado hace tres décadas con la Constitución que forjó su padre. Su candidatura recibió así el apoyo de la elite económica y de intelectuales liberales como el novelista Mario Vargas Llosa, así como políticos de otros países, entre ellos el opositor venezolano Leopoldo López.

En contraposición a su mirada Castillo, un desconocido hasta principios de año convertido en la sorpresa de las elecciones, propuso reescribir la Constitución para fortalecer el papel del Estado en la economía. Con ese ideario reunió, entre otras, las adhesiones públicas de los expresidentes de Bolivia, Evo Morales; y Uruguay, José “Pepe” Mujica, dos influyentes representantes de la izquierda latinoamericana.
Los comicios más polarizados en décadas en el país siguieron a una tormenta política con cuatro presidentes en cinco años, protestas y múltiples denuncias de corrupción contra políticos. En este marco el mandatario interino Francisco Sagasti, quien asumió en noviembre pasado, exhortó a sus compatriotas “a respetar escrupulosamente la voluntad expresada en las urnas”.
Keiko Fujimori, la heredera de la dinastía que busca reivindicar el legado económico de su padre
Quien gane estas elecciones enfrentará una situación especialmente dramática por el Covid-19, que ya dejó más de 1,9 millones de casos y más de 185.800 muertos. Asimismo, dos millones de peruanos perdieron sus empleos durante la pandemia y tres millones pasaron a ser pobres, por lo que ahora un tercio de los 33 millones de habitantes vive en la pobreza, según datos oficiales, aunque en este caso también las cifras podrían estar subvaluadas.

Fue primera dama durante el gobierno de su padre y heredó su legado de derecha tras su caída y desaparición de la escena pública. Años después entró al Congreso y desde ahí, como líder de la principal fuerza del recinto, ejerció una acción demoledora contra el presidente Kuczynski, arrinconado y forzado a renunciar en 2018. Fujimori, considerada como “populista de derecha” en las elecciones pasadas, pasó a ser esta vez la favorita de los sectores dominantes, que la consideran un “mal menor” contra los temidos desafueros de Castillo.
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Castillo, un político sin experiencia
Si bien carece de experiencia previa en la función pública, basa su fogueo en sus días como dirigente del poderoso sindicato de maestros, un gremio que demostró su fuerza cuando paralizó el país durante un extendido reclamo en 2017. Con claras posiciones de izquierda, Castillo promueve un rol fortalecido del Estado en la economía, pero advirtió que no busca eliminar la empresa privada ni la inversión extranjera. Según su discurso, las “riquezas [naturales] deben nacionalizarse, con nuevas reglas de impuestos y regalías que son muy necesarias”.

Puntos en común
Pese a sus marcadas diferencias en materia económica, los dos tienen una mirada conservadora de la sociedad, rechazando las doctrinas progresistas y liberales. Los dos son antiaborto, defienden la familia tradicional, no dan importancia a los derechos de la comunidad LGTBI y rechazan el enfoque de género en la educación.
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Los dos también compartirán las mismas limitaciones en caso de acceder al poder. Ninguno podrá desplegar la agenda que ofrece como solución a los problemas de fondo del país si no se sienta a negociar con un Congreso fragmentado y siempre díscolo, especialista en tumbar presidentes.
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