Hay gente que espera la celebración de los carnavales en febrero. La gran festividad viene acompañada de juegos de agua y de bailes alrededor de los árboles de úmisha colmado de regalos para los jugadores, pero detrás de la aparente diversión hay también problemas por el juego brusco y descontrolado contra quienes no quieren participar, lo cual puede traer consecuencias penales.
Todo sería diversión si no fuese por las imprudentes prácticas durante esta festividad. Lesiones en el rostro y quemaduras en la piel son solo uno de los problemas a la salud, así como el excesivo desperdicio de agua. No son una novedad. Hace ya varios años se vienen dando casos preocupantes. El uso de globos con agua, harina, colorantes, pinturas, talcos, achiote, betunes o incluso barro suelen tener efectos adversos para la piel y en general para la salud.
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María de 16 años, una tarde cualquiera salió de su vivienda, en Manantay, cuando la interceptaron por dos jóvenes lanzándole globos con agua. En ese momento ella sostenía a su bebé en brazos, quien resultó más afectada, porque después enfermó con una fuerte tos. También contó que un primo suyo iba conduciendo su mototaxi cuando le arrojaron un balde con agua. Casi se accidenta.
Esos casos reflejan una conducta negativa de los carnavaleros, quienes arrastran a jugar a personas que no desean participar de la celebración. Lo peor, aprovechan para perpetrar robos, agresiones e incluso tocamientos indebidos, y actos contra la propiedad.
Según la Policía Nacional del Perú, obligar a una persona a participar de los carnavales contra su voluntad constituye una falta y quien la comete puede ser trasladado a la comisaría.
El abogado Jhonatan Ricalde explica que: “La acción de mojar a alguien, propiamente dicho, no está sancionada; pero, si a consecuencia de la acción de mojar o pintar a algún ciudadano, se producen tocamientos indebidos o lesiones leves o graves, esto sí está penado y está configurado en el código penal. Por ello, quienes resulten afectados pueden acudir ante la PNP para realizar su denuncia”. Están avisados, carnavaleros. Hace tiempo ya no se usa el viejo lema de “Carnaval manda y nadie demanda” al amparo del cual todo estaba permitido.
ANGEL CHINCHAY