Los estibadores que, antes, ayudaban a descargar los botes que llegan al puerto de Pucallpa, a cambio de un sencillo, hoy se ven enfrentados a los motocarristas que llevan sus vehículos hasta la misma orilla del río.
Ese es el caso de un estibador que sólo se identificó como Ramón.
La tarde era calurosa en el puerto de Pucallpa. Ramón, estibador curtido por el trabajo duro, sentado a la sombra de árbol, miraba las embarcaciones que navegaban lentamente hacia el puerto. De repente, al igual que muchos otros, Ramón se lanzó corriendo hacia la orilla.
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La embarcación, cargada de pasajeros y plátanos, atracó en el muelle con un estruendo de cuerdas y maderas. 20 estibadores, entre ellos Ramón, se abalanzaron hacia la nave, desesperados por conseguir algún empleo que les permitiera ganar algún dinero para alimentar a sus familias.
Los estibadores gritaban y se empujaban entre sí, compitiendo por coger alguna carga. Ramón se aferraba a la esperanza de ser seleccionado, pero la realidad fue diferente: los pasajeros contrataron a los motocarristas para el transporte de mercancías. Los estibadores quedaron a un lado.
«Los motocarros llegan hasta las orillas, ya nadie quiere contratar a los estibadores. No hay ni para el vicio», lamentó Ramón con amargura mientras observaba cómo los motocarros se llevaban la carga, dejando a los estibadores sin empleo ni ingresos.
Los estibadores que, antes encontraban trabajo en el puerto, ahora están en crisis. La presencia de motocarristas que son preferidos porque ahorran el pago a los estibadores, ha dejado a muchos hombres sin empleo.
Los estibadores, que alguna vez fueron el motor económico del puerto e incluso formaron un poderoso sindicato, hoy enfrentan un futuro incierto. La falta de trabajo y la escasez de oportunidades amenazan su bienestar y el de sus familias.
Hoy el puerto precario, se adapta a las nuevas formas de transporte, dejando a los trabajadores tradicionales atrás.
Ramón, junto con sus compañeros estibadores, enfrenta el desafío de reinventarse y buscar nuevas oportunidades para mantenerse a flote en un mundo en constante cambio. Ramón sin embargo, no tiene otra forma de trabajar.
Marcio Pérez