Un exitoso comerciante no se repone al hecho de que su matrimonio nunca fue lo que él creyó, al punto que los dos hijos que reconoció no son suyos y el despertó a su dura realidad cuando se hicieron pruebas de ADN durante unos trámites para el divorcio.
Como se trata de un hecho judicial, materia de estricto privado y en la que de por medio están menores de edad que pueden ser objeto de estigma, nos reservamos la publicación de la identidad de los actores de esta nota.
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Un diligenciario en el Poder Judicial, dijo que esto casi pasa de entre cada mil procesos que se ventilan y que los más afectados resultan los menores pues en el proceso final ellos quedan sin el apellido del que creían eran sus padres.
Recuerdan que solo un valiente caballero de Pucallpa, hace unos años, perdonó a la infidelidad de su esposa cuando descubrió luego de una prueba de ADN que el hijo no era suyo y para evitar la vergüenza mantuvo tanto su relación y su apellido en el hoy adolescente.
TONY REATEGUI