Kimberly Cheatle, directora del Servicio Secreto de Estados Unidos, presentó su renuncia este martes tras admitir públicamente la falla de la agencia en la prevención del atentado contra Donald Trump. Este suceso, que tuvo lugar el 13 de julio en Pensilvania, resultó en una herida leve para el candidato presidencial republicano.
Presiones políticas y admisión de fallo
Cheatle compareció ante una comisión del Congreso el lunes, donde describió el ataque como un «fracaso del Servicio Secreto». La directora enfrentaba intensas presiones de ambos partidos políticos, quienes exigían su dimisión tras el ataque perpetrado por Thomas Matthew Crooks, un joven de 20 años.
El presidente republicano de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, declaró: «Debería haberlo hecho hace al menos una semana», refiriéndose a la renuncia de Cheatle. «Me alegra ver que ha atendido la petición de republicanos y demócratas», añadió, subrayando el consenso bipartidista sobre la necesidad de un cambio en la dirección del Servicio Secreto.
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Desafíos y futuro del servicio secreto
La renuncia de Cheatle se produce en un momento crítico para el Servicio Secreto, una agencia que ha enfrentado múltiples desafíos en los últimos años. Durante sus 27 años de carrera en la agencia, Cheatle ocupó varios roles de liderazgo y fue reconocida por su compromiso con la seguridad nacional. En 2021, había dejado temporalmente el Servicio Secreto para asumir el cargo de jefa de seguridad para Norteamérica en PepsiCo.