El mes morado en la Amazonia peruana marca la diferencia. El homenaje al Señor de los Milagros, mezcla música y devoción. La identidad cultural y fe de los habitantes, crearon las famosas veladas, símbolo de una tradición que, cada año, se practica menos.
Para los devotos del Señor de los Milagros, la danza es más que un simple acto festivo; es una forma de oración. Acompañados por la música tradicional de la selva, los participantes expresan su devoción y gratitud a través de respetuosos pasos.
“El bombo nos alegra, la danza, a mi manera de pensar, es la forma de como expresamos nuestra fe. La selva tiene su propia tradición devota. Mi familia lleva décadas realizando las veladas, esto lo aprendí desde niño por mis abuelos” comenta Elena Mendoza
Durante la fiesta, los asistentes disfrutan de platillos como los tradicionales ñutos, un delicioso suspiro, cafés aromáticos y la emblemática chicha de jora.
El Mes Morado en la Amazonía es una manifestación de la cultura, donde cada danza, cada platillo y cada oración se convierten en un tributo a la devoción del Señor de los Milagros. Una celebración que no solo honra la fe, sino que también fortalece los lazos comunitarios y resalta la riqueza cultural de esta región.
Nadie es invitado a una velada. El retumbar del bombo y el redoblante, más la alegría de la flauta y el clarinete, atraen a los danzantes que llegan plenos de fe, a pedir un milagro al Señor de los Milagros. Los dueños de casa, entre tanto, con la velada, cumplen una promesa al santo milagroso.
