En la comunidad nativa de Santa Marta, ubicada al final de la avenida Sáenz Peña, se vive una atmósfera de aprendizaje y progreso. Las madres y mujeres de la comunidad participan activamente en talleres de bisutería, una iniciativa diseñada para mejorar su economía y fomentar el desarrollo local.
A nuestro arribo, fuimos recibidos por un grupo de mujeres de la comunidad, quienes llevan el arte en sus manos para transformar pequeños materiales en piezas de bisutería artesanal. Teresa, una de las artesanas, nos obsequió unos delicados aretes, fruto de un trabajo que requiere entre cinco y ocho horas de dedicación. «Es un proceso laborioso, pero muy gratificante», comentó con una sonrisa.
Conversamos también con la señora Edilberta, maestra de este proyecto. «Me siento muy orgullosa de compartir lo que sé con mis vecinas y familiares. Verlas aprender y mejorar es una gran satisfacción», expresó emocionada. Edilberta aprendió el arte de la bisutería de su madre, y ahora, con paciencia y dedicación, transmite este conocimiento ancestral a nuevas generaciones.
Impulso a la economía familiar
Estos talleres no solo son una forma de mantener vivas las tradiciones, sino también una fuente de ingresos para las familias de la comunidad. «Las ventas han bajado por la falta de turismo, pero esperamos que, con más promoción, los turistas descubran Santa Marta y nuestras artesanías», explicó Edilberta.
Las sesiones de bisutería se realizan los lunes, miércoles y viernes de 2 a 5 de la tarde, y están abiertas a todos los interesados, incluidos los niños. «Hay un niño de 11 años que está aprendiendo con mucho entusiasmo», añadió la maestra artesana.
La comunidad ha expresado la necesidad de contar con una casa artesanal en el centro de Pucallpa, un espacio donde las artesanas puedan exhibir y vender sus productos de manera más efectiva. En respuesta a esta petición, el subgerente de desarrollo económico de la Municipalidad Provincial de Coronel Portillo, Luis Pinedo, presente en la comunidad, reafirmó el compromiso de las autoridades locales. «Estamos trabajando en un proyecto para establecer una casa artesanal que permita a las artesanas tener un lugar fijo para vender sus productos», aseguró.
Las próximas generaciones
En la visita, observamos a Janet, una niña de nueve años, orgullosa de su collar recién terminado. «Estos colores son mis favoritos», dijo tímidamente, mostrando su obra. Janet, como muchos otros niños, participa activamente en los talleres, asegurando que esta tradición continúe viva en futuras generaciones.