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Amazonía en Alerta

En 50 años las poblaciones silvestres han disminuido en 73%

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La semana pasada, en Pucallpa, se reunieron Gobernadores por el Clima y los Bosques. Podría parecer una reunión más para la foto. No lo es. Detrás vibra un drama que abarca no solo a la selva ucayalina.

La preocupación mundial por el desastre que se avecina, no sólo para la Amazonía, sino para el planeta, tiene raíces sólidas en estudios efectuados por especialistas que siguen paso a paso el comportamiento de la naturaleza y que advierten que, si no se adoptan acciones urgentes, podríamos llegar a peligrosos puntos de inflexión.

CINCO AÑOS

El informe Planeta Vivo de WWF, conocido el pasado 10 de octubre, advierte sobre un mayor deterioro del estado de la naturaleza y una desestabilización del clima que no debería continuar.

Categóricamente afirma: “No es exagerado decir que lo que ocurra en los próximos cinco años determinará el futuro de la vida en la Tierra. Tenemos cinco años para situar al mundo en una trayectoria sostenible antes de que las reacciones negativas combinadas de la degradación de la naturaleza y el cambio climático nos coloquen en la cuesta abajo de los puntos de inflexión. El riesgo de fracaso es real y las consecuencias, casi impensables. Como comunidad mundial, hemos acordado un camino a seguir. Los objetivos mundiales muestran dónde queremos estar y el camino que debemos seguir. Todas las partes —gobiernos, empresas, organizaciones, personas— debemos cumplirlos y exigir responsabilidades a quienes no lo hagan”.

REDUCCIÓN DRAMÁTICA

El informe advierte que, “en los últimos 50 años (1970-2020), el tamaño medio de las poblaciones de fauna silvestre analizadas se ha reducido en un 73 %, según las mediciones del Índice Planeta Vivo (IPV). Esto se basa en el seguimiento de casi 35 mil tendencias poblacionales de 5495 especies de anfibios, aves, peces, mamíferos y reptiles. Las poblaciones de especies de agua dulce son las que han sufrido el mayor declive, con una caída del 85 %, seguidas de las terrestres (69 %) y las marinas (56 %).

LAS ABEJAS

Por increíble que parezca, este pacífico insecto, tiene mucho que ver con la vida y, sobre todo, con la producción de alimentos.

El analista amazónico, Roger Rumrril, nacido en Iquitos y que radica la mayor parte del tiempo en los Estados Unidos, siempre cita el estudio de un Instituto de Ciencias de Brasil que calculó que entre los años 2017 y 2018, 500 millones de abejas murieron como consecuencia de los incendios forestales en ese país. 500 millones no es poca cosa. En el 2024, el desastre habrá sido mayor.

Las consecuencias directas en la calidad de vida de las personas, resulta dramática. No solo dejaron de producir la agradable miel que además de alimento también es medicina, sino que también este ser privilegiado, dejó de cumplir una función vital para la vida de los ecosistemas.

Sin abejas -asegura Rumrril- “no habría frutas ni verduras”, ya que ellas son las responsables de la polinización de los cultivos que sustentan la dieta humana.

Imagínense entonces cuál va a ser uno de los resultados de los incendios forestales que se produjeron en Ucayali hasta septiembre de este año. Es fácil entender que la situación pasará su factura en el tiempo que ha de venir.

AMAZONÍA PERUANA

El informe de la WWF, registra cuáles son los espacios más afectados por el descenso de las poblaciones silvestres. Dice: “En las regiones, los descensos más rápidos se han observado en América Latina y el Caribe —un preocupante descenso del 95 %—, seguidos de África (76 %) y Asia y el Pacífico (60 %). Los descensos han sido menos dramáticos en Europa y Asia Central (35 %) y Norteamérica (39 %) (…) La degradación y pérdida de hábitats, impulsada principalmente por nuestro sistema alimentario, es la amenaza más señalada en cada región, seguida de la sobreexplotación, las especies invasoras y las enfermedades. Otras amenazas son el cambio climático (más acusado en América Latina y el Caribe) y la contaminación (sobre todo en América del Norte y Asia y el Pacífico)”.

El Perú y su Amazonía que forman parte de América Latina y el Caribe se han convertido en espacios peligrosos para las poblaciones silvestres.

Así, el informe aclara: “Cuando una población cae por debajo de un determinado nivel, es posible que esa especie no pueda desempeñar su función habitual dentro del ecosistema, ya sea la dispersión de semillas, la polinización, el pastoreo, el ciclo de nutrientes o los muchos otros procesos que mantienen los ecosistemas en funcionamiento. Las poblaciones estables a largo plazo proporcionan resistencia frente a perturbaciones como enfermedades y fenómenos meteorológicos extremos; un descenso de las poblaciones, como muestra el IPV global, disminuye la resiliencia y amenaza el funcionamiento del ecosistema. Esto, a su vez, debilita los beneficios que los ecosistemas proporcionan a las personas: desde alimentos, agua limpia y almacenamiento de carbono para un clima estable hasta las contribuciones más amplias que la naturaleza hace a nuestro bienestar cultural, social y espiritual”.

Y agrega: “El IPV y otros indicadores similares muestran que la naturaleza está desapareciendo a un ritmo alarmante. Aunque algunos cambios son pequeños y graduales, sus impactos acumulativos pueden desencadenar un cambio mayor y más rápido. Cuando estos impactos alcanzan un determinado umbral, el cambio se autoperpetúa, dando lugar a un cambio sustancial, a menudo abrupto e irreversible. Esto se denomina punto de inflexión.”

INFLEXIÓN EN LA AMAZONÍA

El informe es claro: “En el Amazonas, la deforestación y el cambio climático están provocando una reducción de las precipitaciones, y podría alcanzarse un punto de inflexión en el que las condiciones ambientales se vuelvan inadecuadas para la selva tropical, con consecuencias devastadoras para las personas, la biodiversidad y el clima global. Un punto de inflexión podría estar en el horizonte si solo se destruyera el 20-25 % de la selva amazónica —y se estima que ya se ha deforestado un 14-17 %—“.

GOBERNADORES

Es por eso que la reunión de Gobernadores por el Clima y Bosques (GCF Task Force) que se realizó en Pucallpa, podría ser un intento por evitar este desastre que se avecina, lenta pero inexorable.

Sólo hay que estar vigilantes, para que los fondos que vengan de la cooperación internacional para revertir la disminución de las poblaciones silvestres y ensayar exitosamente el uso sostenible de los recursos amazónicos, no caigan en manos equivocadas que solo ven su interés personal, sin importarles la crisis que está muy cerca.

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